Por Estrapo
A principio de año mis buenos amigos hicieron
posible el sueño frustrado de todo amante de los crímenes y el misterio:
trabajar junto a Sherlock Holmes. No nos engañemos, el juego realmente va de
ganar al mejor detective del mundo pero ¿en serio alguien cree que puede?. No,
ni se puede ni se debe. Él es el número uno indiscutible e intentar demostrar
lo contrario sólo nos hará perder el tiempo (y el dinero).
El tiempo viaja hacia atrás y la niebla de
Londres inunda el comedor, de repente somos un grupo de pilluelos deseosos de
demostrar su valía y poder así cobrar nuestra codiciada guinea.
Ya no es un sábado de 2014, estamos a 12 de marzo de 1.888 y al señor Holmes le acaban de contratar para
que investigue un asesinato. Hasta aquí, todo bastante normal, pero esta vez,
los irregulares de Baker Street no sólo recorreremos las calles buscando
cualquier información que le pueda ser de ayuda sino que elaboraremos nuestras
propias teorías e hipótesis de modo que, al final también nosotros sepamos qué
pasó y quién es el culpable.
La mecánica del juego es muy sencilla: pasa
algo, se investiga, se responden unas preguntas, se puntúan los aciertos y se
compara con la puntuación que tiene Sherlock. Quien más puntos tenga, gana.
Pero esa misma mecánica te obliga a jugar
investigando lo mínimo posible. El gran Holmes no necesita ratificar sus
teorías, no duda de sus deducciones… él hace en un solo movimiento lo que un
detective común haría en cinco.
Sin ir más lejos, en esta nuestra primera
partida Sherlock gastó 4
pistas ¡¡¡¡¡mientras que nosotros perdimos la cuenta cuando pasamos de 30!!!!! Ciertamente una vez lees su razonamiento te
das cuenta de que es más que posible terminar la partida con tan pocos
movimientos pero … ¿qué tiene de gracioso?.
Si este juego tiene un fallo es precisamente que
sólo hay diez aventuras, ¿no sería lógico desear que éstas fueran lo más
largas, entretenidas e intrigantes posible?. ¿Por qué vamos a querer terminarlas
en media hora cuando podemos pasar toda la tarde callejeando por Londres?
Armados de papel y lápiz, uno o varios
periódicos de la época, un mapa de Londres y una especie de guía de páginas amarillas iremos visitando el
lugar del crimen, la casa del muerto, su lugar de trabajo, … Entrevistaremos a
viejos conocidos como al Inspector Lestrade o Mycroft Holmes y descubriremos personajes de lo más originales como nuestro querido Anthony Mariano, ya conocido por el
grupo como “el señor del tutú”.
Quizá porque somos más roleros que jugadores de
tablero no nos resultó complicado meternos en el papel de los niños ni nos
aburrió o molestó ir de lado a lado de Londres mendigando información y
rebuscando por las esquinas. Tomar notas de fechas y comentarios aparentemente
ocasionales, resaltar una frase concreta dentro de un texto o recordar de golpe
un dato que habíamos pasado por alto hasta el momento forma parte del
entrenamiento de cualquier jugador de rol. Y señores, éste juego va de eso.
Ese anuncio de pastillas milagrosas en el periódico
en realidad da más información de la que aparenta, la flor rota encontrada en
un callejón nos llevará directamente al asesino, el señor Smith miente cuando
dice que estuvo en la ópera toda la tarde, …
En definitiva, el juego es el sueño de cualquier
amante del género. Puede que nosotros hayamos
llegado a él siguiendo la alargada sombra del señor Holmes pero
realmente da igual que seas más de Poirot o de Marple. Si a ti lo que te va es
meter las narices donde no te llaman y terminar levantando el dedo para acusar
al menos esperado, no lo dudes, aquí tienes varias horas de diversión
asegurada.