viernes, 9 de noviembre de 2012

"Drácula" de George Melford (1931)


Ayer fue el 165 aniversario del nacimiento de Bram Stoker, autor de Drácula y de algunas otras obras que, eclipsadas por el éxito de la historia del conde vampiro, han quedado en un relativo olvido. Aunque no se trata del primer texto sobre vampiros ni mucho menos, sí sentó las bases del género y lo dotó de ciertas características que a día de hoy, se consideran indiscutibles, a pesar de tratarse de un personaje de ficción, como el uso de la telepatía, la capacidad para convertirse en animal o la aversión al ajo y a los crucifijos.

Pero impepinablemente, y más en una época como la nuestra tan dada a los referentes visuales, la obra de Stoker está inevitablemente ligada a sus adaptaciones cinematográficas. No voy a dedicarme a haceros una lista de todas, porque para eso ya está en la wikipedia.

La primera adaptación se hizo en 1921, bajo el título de "Drakula Halala", que viene a significar "La muerte de Drácula" en hungaro, aunque a nosotros nos suene a título de canción del verano. No fue precisamente un éxito y ni siquiera se exhibió fuera de Hungría y Austria. El argumento se parecía poco al libro de Stoker, pero dicen que Murnau se inspiró en ella para hacer su Nosferatu, pero se perdió durante la Segunda Guerra Mundial y apenas quedan algunas imágenes.

En 1922, Murnau no logró hacerse con los derechos de la novela y cambió los nombres de los personajes (el Conde Drácula es el Conde Orlok, Harker es Hutter, Mina es Ellen), la Inglaterra victoriana por la ciudad de Viborg (de Bremen en las versiones francesas e inglesa) y el título por "Nosferatu". Sin embargo, la viuda de Stoker les demandó por infracción de derechos de autor y ganó el juicio, por lo que el tribunal ordenó que se destruyeran todas las cintas. Por suerte, un reducido número de copias ya se habían distribuido y permanecieron escondidas por particulares hasta la muerte de la viuda.

En 1931, Tod Browning comienza el rodaje de la primera versión sonora, con Bela Lugosi como protagonista. Pero no fue el primer Drácula sonoro en estrenarse, porque la versión española se estrenó un poco antes. No, no me he bebido nada raro. Ahora os lo explico: 

Con la llegada del sonoro, a partir de 1927, apareció el problema del idioma a la hora de exportar las películas. En España se estrenaron directamente películas sonoras en versión original (eso las salas que tenían los avances técnicos para poder proyectarlas, que eran las menos). Pero pronto los yankis se dieron cuenta de que la gente prefería seguir viendo películas mudas y llegaron a la conclusión de que era porque no entendían lo que decían (sí, les costó caer en la cuenta, son así de hábiles). Hasta que se perfeccionaron las técnicas de doblaje, la única alternativa era volver a rodarlas en otro idioma. Esto llevo a contratar actores que hablasen español para que, aprovechando los decorados y el vestuario, rodaran por la noche la misma película que se rodaba en inglés por la mañana.

Mientras Tod Browning hacía de día la versión protagonizada por Bela Lugosi, George Melford (que por cierto, no hablaba bien español y no se aclaraba mucho con el reparto), rodaba la versión española de noche, protagonizada por el cordobés Carlos Villarías y Lupita Tovar. Como tenían acceso previo a los ‘dailies’ de Browning (el material en bruto rodado), fueron capaces de planificar mejor las escenas y ajustar mejor la duración de la película. La de Melford sigue más fielmente el guión original, y no sufrió los cortes y ajustes que Browning hizo a última hora en su versión, por lo que su duración es bastante más larga (1 hora con 44 minutos frente a la hora y cuarto de la de Browning).

Para el reparto de la versión hispana se contrataron actores españoles y sudamericanos, porque a la Universal les daba igual esa fruslería de los acentos. Carlos Villarías (que en los títulos de crédito figura equivocadamente como Carlos Villar), que  interpreta a Drácula, era cordobés; Pablo Álvarez Rubio, (Renfield) y Manuel Arbó (que interpreta a un vigilante del manicomio), madrileños; Lupita Tovar, que interpreta a Eva (Mina en la versión de Browning), Carmen Guerrero como Lucía, la amiga vampirizada de Eva y Eduardo Arozamena, que da vida a Van Helsing, mexicanos; y Barry Norton, que interpreta a Juan Harker (John  Harker en la versión anglosajona), argentino. Y claro, eso, se nota, porque a los 20 minutos llevas un mareo de tanto acento, que no sabes ni por donde vas.

A su favor tiene, además del clima general de la película, los vestidos de Lupita Tovar (mucho menos recatados que los de la versión americana), la utilización de la fotografía nocturna y la interpretación de Alvarez Rubio como Renfield. Algunas escenas, mejoran la versión americana, como la primera aparición del vampiro. En la anglosajona, es un plano general de la estancia, en el que la aparición de Lugosi se realiza en el centro de la pantalla. Sin embargo, en la española, Villarías aparece justo delante de nosotros, en la parte superior de la escalera, mientras la cámara realiza un travelling hacia él, hasta situarse justo enfrente.

En contra tiene, además de los acentos dispares, algunas interpretaciones bastante flojas (como el Van Helsinf excesivamente forzado de Eduardo Arozamena), que Villarías carece del carisma enigmático de Lugosi y que algunas escenas son innecesariamente largas (como la del viaje en carruaje de Harper al principio de la película).

El rodaje finalizó tras 22 noches (poco comparado con las siete semanas de la versión americana), con un coste de $ 66.069,35 frente a los $ 441.984 de la versión diurna. Hubo un preestreno la primera semana de enero de 1931, mientras Browning aún rehacía tomas para su versión. Lugosi acudió a la premiere e incluso hizo apariciones en algunos pases en teatros de Los Ángeles junto a Villarías y Lupita Tovar.

Tuvo mucho exito en México y en los países de habla hispana, siendo esta la versión que se pudo ver en España, donde se estrenó el 20 de marzo de 1931. Fue una de la últimas películas realizadas en versión doble, ya que el doblaje se implantó poco después, con lo que la versión de Browning relegó al olvido a la de Melford.

El negativo permaneció durmiendo el sueño de los justos en los archivos de la Universal, hasta que en 1977, el American Film Institute pidió una copia de la cinta para pasarla en la retrospectiva que el Museo de Arte Moderno realizó de la Universal. Entonces se dieron cuenta de que el tercer rollo se había estropeado y que faltaban varias escenas importantes de la película: el ataque de las vampiras a Renfield (para mi gusto mucho mejor rodada que la versión de Browning), el viaje del conde en el Vesta y la llegada a Londres con su presentación en el teatro, donde conoce a Eva, Lucía, Juan y al doctor Seward (y que termina con una toma desechada de "El fantasma de la ópera" de Rupert Julian de 1925).

Hasta 1992 no apareció una copia completa en la filmoteca de Cuba, con lo que se pudo restaurarla película y reestrenarla en Los Ángeles en noviembre, justo el mismo día que el Drácula de Coppola. Tal vez no sea la versión definitiva, pero resulta curiosa de ver. Si os apetece darle un vistazo, la tenéis en youtube.

2 comentarios:

  1. ¡Tuve la suerte de verla hace años en pantalla grande, en la Filmoteca de Valencia!... ¡Hoy es la noche de Santa Walpurga!

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  2. Nosotros tuvimos que conformarnos con el DVD, una tarde de domingo que hicimos doblete y vimos seguidas las dos versiones, la de Melford y la de Browning, por ese orden. Luego para completar, vimos también la versión española de "Eran trece", en la que repetía Manuel Arbó (el vigilante del manicomio en el Drácula de Melford), en este caso haciendo de Charlie Chan, y que resulta, como poco, curiosa de ver.

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