miércoles, 7 de noviembre de 2012

D20 en el antiguo Egipto


 
El empleo de los dados es conocido desde tiempos remotos. Hay constancia escrita de ellos por primera vez en el Ring Veda, un texto sagrado de la India escrito en sánscrito entre 1400 y 1100 años a.c. Quizás por eso, hay historiadores que creen que pueden tener su origen allí. Además, en China, Corea y demás países asiáticos, el juego de dados ya era popular en la antigüedad.

Ya más cerca de nuestras latitudes, se habla de dados también en el mundo helénico. Según cuenta Homero en la Illiada, Patroclo mató al hijo de Anfidamas  mientras jugaba a los dados. Heródoto menciona los dados entre los juegos que usaban los lidios y Sófocles atribuye la invención del juego a los dados a Palamedes, un griego que lo enseñó a sus compatriotas durante el sitio de Troya. 

Los romanos también jugaban a los dados y Virgilio llegó incluso a componer un poema titulado “Copa” en el que los nombra: “Bravo, vengan dados y buen vino, que ya no importa el mañana”.

Vengan de donde vengan, lo cierto es que dados ha habido desde hace muchísimos años y que ha sido frecuente encontrarlos en tumbas egipcias y greco-latinas. Como jugadora de rol, siempre me llaman la atención, cuando voy a algún museo, si en las vitrinas hay alguno. Tallados en piedra, hueso o madera, generalmente suelen ser de forma cúbica, o sea, lo que viene a ser un D6.

Los dados de más caras son poco frecuentes, porque no se utilizaban para jugar. Eran empleados para prácticas adivinatorias y similares. Como por ejemplo, los que se usaban en Japón con los animales del zodiaco grabados en las caras, con forma de dodecaedro, o sea, un D12.

Por eso me ha llamado mucho la atención el dado que podéis ver en la foto, que está en el Metropolitan Museum de Nueva York. Forma parte de la colección del Reverendo Chauncey Murch, un misionero fallecido en 1907, que estuvo en Egipto desde 1883 a 1906, y que por lo visto se trajo recuerdos de la tierra de los faraones, por los que dudo mucho que pagase. Los que si soltaron la mosca fueron los del museo, que compraron la colección en 1910 gracias a los fondos donados por una tal Helen Miller Gould. Por lo visto, el dado pertenece al período Ptolomaico, con lo que puede tener entre 2040 y 2300 años más o menos, y es poco más grande que uno de nuestros D20 normalitos.

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