El empleo de los dados es
conocido desde tiempos remotos. Hay constancia escrita de ellos por primera vez
en el Ring Veda, un texto sagrado de la India escrito en sánscrito entre 1400 y 1100 años
a.c. Quizás por eso, hay historiadores que creen que pueden tener su origen allí.
Además, en China, Corea y demás países asiáticos, el juego de dados ya era popular en
la antigüedad.
Ya más cerca de nuestras
latitudes, se habla de dados también en el mundo helénico. Según cuenta Homero
en la Illiada,
Patroclo mató al hijo de Anfidamas mientras
jugaba a los dados. Heródoto menciona los dados entre los juegos que usaban los
lidios y Sófocles atribuye la invención del juego a los dados a Palamedes, un
griego que lo enseñó a sus compatriotas durante el sitio de Troya.
Los romanos también jugaban a los
dados y Virgilio llegó incluso a componer un poema titulado “Copa” en el que
los nombra: “Bravo, vengan dados y buen vino, que ya no importa el mañana”.
Vengan de donde vengan, lo cierto
es que dados ha habido desde hace muchísimos años y que ha sido frecuente
encontrarlos en tumbas egipcias y greco-latinas. Como jugadora de rol, siempre
me llaman la atención, cuando voy a algún museo, si en las vitrinas hay alguno.
Tallados en piedra, hueso o madera, generalmente suelen ser de forma cúbica, o
sea, lo que viene a ser un D6.
Los dados de más caras son poco
frecuentes, porque no se utilizaban para jugar. Eran empleados para prácticas
adivinatorias y similares. Como por ejemplo, los que se usaban en Japón con los
animales del zodiaco grabados en las caras, con forma de dodecaedro, o sea, un D12.
Por eso me ha llamado mucho la
atención el dado que podéis ver en la foto, que está en el Metropolitan Museum
de Nueva York. Forma parte de la colección del Reverendo Chauncey Murch, un
misionero fallecido en 1907, que estuvo en Egipto desde 1883 a 1906, y que por lo
visto se trajo recuerdos de la tierra de los faraones, por los que dudo mucho
que pagase. Los que si soltaron la mosca fueron los del museo, que compraron la
colección en 1910 gracias a los fondos donados por una tal Helen Miller Gould. Por lo visto, el dado pertenece al período Ptolomaico, con lo que puede tener entre 2040 y 2300 años más o menos, y es poco más grande que uno de nuestros D20 normalitos.
muy curioso.
ResponderEliminar¡Si es que el juego de sociedad es algo entrañable, antíquisimo!
ResponderEliminar